Cuando salí de Xiamen

Después de casi 5 meses, abandono Xiamen. Atrás dejo HongKong, y los viajes en bus hasta llegar aquí, atrás queda el landlord, mi amigo Joe y el Cuchitril, atrás dejo esta zona de confort junto a la araña, para poner rumbo a otro horizonte. Atrás queda la cantina de la universidad, las horas leyendo junto al lago, los días encerrados en la biblioteca, las clases y las noches entre fantasmas; los paseos por la playa y la lucha por hacer de cada día un momento inolvidable. Ha sido una vorágine de experiencias imposibles de olvidar, donde cada reto parecía más complicado que el anterior, y cada triunfo, una victoria con mejor sabor. Pero los logros, sin vuestro apoyo, no hubieran sido posibles. Sé que por el camino perdí a gente querida, gente que siempre pensé estaría ahí, pero la distancia, es una mala compañera, cuyo mejor amigo, en ocasiones, es el olvido. Pero en el horizonte del mañana, seguís estando vosotros, esos que pese a no tener tiempo, a estar ocupados, siempre encontráis un momento para dedicarme un... ¿Hola que tal?

Gracias por cuidarme, y buscarme, por no olvidarme, pues a menudo, el silencio de la distancia se hace difícil de llevar, y vosotros, esos amigos no silenciosos que me gritáis palabras de ánimo, sois los que siempre vais a perdurar, los que no sabéis de excusas, para dedicarme un “como te va todo”, los que nunca me habéis dejado de lado, por larga que sea la distancia ni complicados que sean los tiempos.

Nos vemos pronto.

 

Vuestro.

Óscar.